-Veo que llevas en tus pensamientos al buen dios, aquel que nuestros antepasados conocían como Dagda. ¿De dónde vienes con tu grupo?
-De la bahía de Murlough -le informó Aidan-. Pertenezco al noble clan de los MacNjil
- ¿De la bahía de Murlough? Eso está junto a la nueva tierra de los Scotti. Largo viaje. ¿Por qué invocas en una forma antigua a Dios?
-Mi abuelo me enseñó los antiguos nombres del Dios único y Santa Trinidad.
-Si es así, ni tú ni tu grupo os tenéis que dirigir hacia el final, hacia El campo de las estrellas.
- ¿Qué quieres decirme, noble anciano?
-Allá acuden cada día grupos de canteros, cuadrillas enteras con sus familias. Tu grupo es especial. Estoy convencido de que tanto tú como tus seguidores profesáis votos eclesiásticos como yo.
-Sí, así es.
-Por lo tanto, acudís a la llamada de la vieja tierra de Los hijos de Mil por mar y en barca, tal y como llegó el cuerpo del glorioso Santiago hasta las tierras del Finis Terrae, de la misma manera como yo hice hace ya muchos años.
-El buen Dios ha conducido nuestra barca a estas tierras y también te ha puesto en nuestro camino.
-Vuestro trabajo en el templo del Santo Apóstol Santiago puede esperar. Vuestro camino no es el mismo que el de las demás cuadrillas de canteros laicos. Tienes que conocer que el buen Dios se está manifestando en un lugar más allá de estas altas montañas.
- ¿Cómo lo sabes?
El buen Dios me habló hace años a través de uno de sus ángeles en un sueño provocado por las llamas de Imbolc. Más allá de estas montañas, existe un lugar, junto a las fuentes de un río, en el que se acabará construyendo un nuevo templo cristiano. A tu encuentro, llegará un Scotti, envíalo. Hoy se ha cumplido mi viejo sueño.
- ¿Qué tiene de especial ese lugar? -preguntó Aidan-.
-Desde tiempos antiguos, las aguas sagradas de sus fuentes han sido utilizadas tanto para forjar indestructibles metales como para sanar a los hombres y animales. >>
-De la bahía de Murlough -le informó Aidan-. Pertenezco al noble clan de los MacNjil
- ¿De la bahía de Murlough? Eso está junto a la nueva tierra de los Scotti. Largo viaje. ¿Por qué invocas en una forma antigua a Dios?
-Mi abuelo me enseñó los antiguos nombres del Dios único y Santa Trinidad.
-Si es así, ni tú ni tu grupo os tenéis que dirigir hacia el final, hacia El campo de las estrellas.
- ¿Qué quieres decirme, noble anciano?
-Allá acuden cada día grupos de canteros, cuadrillas enteras con sus familias. Tu grupo es especial. Estoy convencido de que tanto tú como tus seguidores profesáis votos eclesiásticos como yo.
-Sí, así es.
-Por lo tanto, acudís a la llamada de la vieja tierra de Los hijos de Mil por mar y en barca, tal y como llegó el cuerpo del glorioso Santiago hasta las tierras del Finis Terrae, de la misma manera como yo hice hace ya muchos años.
-El buen Dios ha conducido nuestra barca a estas tierras y también te ha puesto en nuestro camino.
-Vuestro trabajo en el templo del Santo Apóstol Santiago puede esperar. Vuestro camino no es el mismo que el de las demás cuadrillas de canteros laicos. Tienes que conocer que el buen Dios se está manifestando en un lugar más allá de estas altas montañas.
- ¿Cómo lo sabes?
El buen Dios me habló hace años a través de uno de sus ángeles en un sueño provocado por las llamas de Imbolc. Más allá de estas montañas, existe un lugar, junto a las fuentes de un río, en el que se acabará construyendo un nuevo templo cristiano. A tu encuentro, llegará un Scotti, envíalo. Hoy se ha cumplido mi viejo sueño.
- ¿Qué tiene de especial ese lugar? -preguntó Aidan-.
-Desde tiempos antiguos, las aguas sagradas de sus fuentes han sido utilizadas tanto para forjar indestructibles metales como para sanar a los hombres y animales. >>