- ¡Los atributos antiguos de Dagda, del buen Dios! -exclamó excitado Aidan-.
-El caldero y la vida -sentenció el viejo- forjados por el agua y el fuego.
- ¿Cómo podremos encontrar ese lugar? -preguntó curioso Aidan-.
-Siguiendo la ruta de los viejos caminos de Los hijos de Mil. Esas viejas rutas por las que nuestros antepasados celtas movían sus rebaños y comerciaban; esas viejas rutas que acabaron convirtiéndose en calzadas romanas. Por lo tanto, sigue el camino de piedra que atraviesa estas montañas hacia los robledales del sur y encontrarás ese sagrado lugar.
-Parece un buen lugar para pastorear rebaños a la manera de la vieja reina Medb.
-Allí se deben dirigir tus pasos -sentenció el viejo-. ¿Lo has entendido bien? A pesar de los romanos, tanto los antiguos como los actuales, todavía quedan en ese lugar nobles gentes que conocen las sagradas propiedades de esas aguas.
- ¿Acaso tiene nombre ese lugar? -acabó preguntándole Aidan al viejo sacerdote-.
-Sí, ese lugar se conoce como Fuente Urbel. No te lo pienses más. Hacia Santiago puede dirigirse otros talleres. El tuyo tiene una misión sagrada. Debe encontrar las fuentes del Urbel, donde al agua, sagrada, forja indestructibles metales y sana los cuerpos y las almas tanto de los hombres como de los animales.
-Pero... -empezó a vacilar Aidan-.
-No hay peros que valgan. No te preocupes. Seréis bien recibidos por las gentes de Fuente Urbel. Gente ruda, pastores en su mayoría, pero buena gente. Gente con corazón noble como el de todos los celtas. Valientes tanto en la paz como en la guerra. Hospitalarios, alegres y orgullosos de ser los guardianes de unas de las fuentes sagradas de Los hijos de Mil.
- ¿Nos recibirán bien?
- ¿Acaso un celta puede recibir mal a sus hermanos? -sentenció el viejo-. No dudes. Hacia esas fuentes debes dirigir a tus hermanos. Os he estado esperando durante mucho tiempo. Mi destino se ha cumplido. Ahora, ahora tú debes cumplir el tuyo: Caelum non animum mutant qui trans mare current. >>
-El caldero y la vida -sentenció el viejo- forjados por el agua y el fuego.
- ¿Cómo podremos encontrar ese lugar? -preguntó curioso Aidan-.
-Siguiendo la ruta de los viejos caminos de Los hijos de Mil. Esas viejas rutas por las que nuestros antepasados celtas movían sus rebaños y comerciaban; esas viejas rutas que acabaron convirtiéndose en calzadas romanas. Por lo tanto, sigue el camino de piedra que atraviesa estas montañas hacia los robledales del sur y encontrarás ese sagrado lugar.
-Parece un buen lugar para pastorear rebaños a la manera de la vieja reina Medb.
-Allí se deben dirigir tus pasos -sentenció el viejo-. ¿Lo has entendido bien? A pesar de los romanos, tanto los antiguos como los actuales, todavía quedan en ese lugar nobles gentes que conocen las sagradas propiedades de esas aguas.
- ¿Acaso tiene nombre ese lugar? -acabó preguntándole Aidan al viejo sacerdote-.
-Sí, ese lugar se conoce como Fuente Urbel. No te lo pienses más. Hacia Santiago puede dirigirse otros talleres. El tuyo tiene una misión sagrada. Debe encontrar las fuentes del Urbel, donde al agua, sagrada, forja indestructibles metales y sana los cuerpos y las almas tanto de los hombres como de los animales.
-Pero... -empezó a vacilar Aidan-.
-No hay peros que valgan. No te preocupes. Seréis bien recibidos por las gentes de Fuente Urbel. Gente ruda, pastores en su mayoría, pero buena gente. Gente con corazón noble como el de todos los celtas. Valientes tanto en la paz como en la guerra. Hospitalarios, alegres y orgullosos de ser los guardianes de unas de las fuentes sagradas de Los hijos de Mil.
- ¿Nos recibirán bien?
- ¿Acaso un celta puede recibir mal a sus hermanos? -sentenció el viejo-. No dudes. Hacia esas fuentes debes dirigir a tus hermanos. Os he estado esperando durante mucho tiempo. Mi destino se ha cumplido. Ahora, ahora tú debes cumplir el tuyo: Caelum non animum mutant qui trans mare current. >>