Patricio: Hoy me alzo con poderosa fuerza e invoco a la Trinidad con trinitaria fe profesando la unidad del creador de todo lo creado.
-La alegoría del trébol de San Patricio -dijo en voz alta y clara Fiacre, mientras, sin despedirse, dejaba solo a Aidan-.
Aidan no se sorprendió. Conocía muy bien el carácter del mejor escultor del monasterio de la bahía de Murlough. Por eso, lo había escogido. Además, él también guardaba en su memoria la vieja historia que explicaba cómo San Patricio había convencido a los mejores de los antiguos druidas de la posibilidad de la existencia de un buen Dios con tres caras o con tres cabezas diciéndoles que ese mismo Dios les había regalado una sagrada planta, el trébol, para que, cada vez que la viesen, pudiesen creer con la luz del entendimiento. Mientras veía cómo Fiacre se alejaba hacia el templo, Aidan se dirigió hacia su pequeña cabaña de adobe y caña. Sabía perfectamente que Fiacre esculpiría definitivamente en esas piedras la milenaria fe del antiguo y noble clan de los MacNjil.
-La alegoría del trébol de San Patricio -dijo en voz alta y clara Fiacre, mientras, sin despedirse, dejaba solo a Aidan-.
Aidan no se sorprendió. Conocía muy bien el carácter del mejor escultor del monasterio de la bahía de Murlough. Por eso, lo había escogido. Además, él también guardaba en su memoria la vieja historia que explicaba cómo San Patricio había convencido a los mejores de los antiguos druidas de la posibilidad de la existencia de un buen Dios con tres caras o con tres cabezas diciéndoles que ese mismo Dios les había regalado una sagrada planta, el trébol, para que, cada vez que la viesen, pudiesen creer con la luz del entendimiento. Mientras veía cómo Fiacre se alejaba hacia el templo, Aidan se dirigió hacia su pequeña cabaña de adobe y caña. Sabía perfectamente que Fiacre esculpiría definitivamente en esas piedras la milenaria fe del antiguo y noble clan de los MacNjil.