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FUENTE URBEL: -No sólo por eso, sino también como homenaje a mi abuelo,...

-No sólo por eso, sino también como homenaje a mi abuelo, el viejo Macartan del noble clan de los MacNjil, el mejor bardo de nuestras antiguas historias que jamás he conocido.
-Es honesto recordar y admirar a nuestros viejos.
-Sí, joven Ailbe, ellos se han encargado de construir en palabras el paraíso perdido de cada niño, su infancia.

Aidan, aquella lejana mañana, tuvo muy claro que el joven Ailbe iría corriendo a buscar a Eunan para que le dejase el libro en el que estaban guardadas las antiguas leyendas irlandesas. Aidan sabía muy bien que el joven Ailbe querría imitar a su nuevo héroe, Cuchulain, el perro de Culann.

Tanto recuerdo, el miedo y la fuerte irritación de la garganta provocada por la ingestión de ceniza, hicieron que Aidan tuviese la necesidad urgente de beber agua. Desde hacía días, la fiebre rompía su alma en forma de recuerdos y alucinaciones. De repente, sintió que una mano le sujetaba la cabeza. Después, notó cómo alguien le estaba ayudando a beber. Al sentir la humedad y la frescura del agua, abrió sus labios pero también sus ojos. Al hacerlo, el agua empezó a refrescar su malherida garganta y su pensamiento le dijo que se encontraba ante el juicio particular de su alma. El rostro que contemplaba sólo podía pertenecer a un ángel.
-Todavía no estás muerto.

Aidan oyó cómo le decía una agradable voz de mujer. Intentó hablar, pero no pudo. Como si conociese sus pensamientos y supiera sus intenciones, la mujer que le estaba dando de beber se puso a hablarle.
-Tranquilízate o la fiebre no abandonará jamás tu cuerpo. No te preocupes más. Tus compañeros han marchado y están bien. Ahora, ya se deben encontrar lejos o, al menos, bien escondidos.
-Pero,... los francos -quiso decir algo Aidan-.