Instrucciones de
san Carlos Borromeo:
Pulpitos y confesionarios.
Las Instrucciones sobre la administración del sacramento de la Penitencia prescriben que el sacerdote “tendrá en la
Iglesia un Confesonario señalado, en que oiga las confesiones: habrá dos confesonarios, en donde los feligreses lleguen a quinientos; y muchos más en donde hay más Confesores; cuyos Confesonarios estarán en lugar patente y público de la Iglesia, y no en los
rincones del Templo, o de alguna
Capilla”.
En principio, la confesión se practicaba públicamente, pero según un relato de san Juan Clímaco esta modalidad de pedir perdón de los pecados resultaba muy enojosa por la repugnancia que experimentaban no sólo los pecadores sino también los confesores, por lo que, finalmente la penitencia pública se convirtió en penitencia privada prevaleciendo el secreto de confesión.