Pobre foto sacada hace años desde la Peña Amaya mirando al valle de Valdehumadas. ¡Qué grande es Dios y qué pequeño se ve el hombre metido en un paisaje así! Tenías todo el valle en la palma de la mano.
A mi me hacía gracia una cosa yo solía hacer: Poner un dedo delante de un ojo y mirar hacia la peña. Mi dedo la tapaba... ¡Mi dedo era más grande que la peña!