Anida en tí el silencio como un
fruto crecido en la dura entraña que te sube de la peña. Sois viejos compañeros en la alta soledad de la intemperie más brava.
Te vistes con el
manto azulado del
cielo. Las nubes te coronan. Plantas tu gallardía como
bandera en la misma raya de la
piedra, en el filo imposible que talla de elegancia vertical las peñas.
Bramas con los vientos y recibes el beso de las
aguas y los soles. Y te oscureces vigilante cuando el rojizo canto del crepúsculo se va llevando las luces.
Y te elevas, altiva y sobria,
estandarte nacido del alma de la
roca, tótem de Gredilla, atrevida exaltación de las gentes de esta tierra.
Es de
noche y no te vemos. Pero ahí estás, siempre en pie, entre el frío, el silencio y las estrellas.
Fdo. Iluminado Jiménez