Nunca tuve zapatos,
ni
trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y
cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el
río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería