Tragaluz en el desván
Penetrarán las horas de este invierno
por esa boca sola, que no espera
más que un soplo de polvo y abandono.
La luz iba irisando con agujas,
mientras yo rebuscaba en los rincones
aquel dejado ayer de lo inservible.
El tiempo se detuvo en un instante;
yo descendí con él hacia otros años,
y palpé los enseres lentamente:
esa mesa de roble, aquel espejo,
el puño de un bastón, un manuscrito.
Todo tuvo su muerte inesperada,
su forzado trasiego silencioso.
Te recordé vencido, en aquel éxtasis;
retuve el manuscrito entre mis manos,
para saber por qué también aquello
sufría ya desprecio permanente
en el mundo confín desamparado.
Penetrarán las horas de este invierno
por esa boca sola, que no espera
más que un soplo de polvo y abandono.
La luz iba irisando con agujas,
mientras yo rebuscaba en los rincones
aquel dejado ayer de lo inservible.
El tiempo se detuvo en un instante;
yo descendí con él hacia otros años,
y palpé los enseres lentamente:
esa mesa de roble, aquel espejo,
el puño de un bastón, un manuscrito.
Todo tuvo su muerte inesperada,
su forzado trasiego silencioso.
Te recordé vencido, en aquel éxtasis;
retuve el manuscrito entre mis manos,
para saber por qué también aquello
sufría ya desprecio permanente
en el mundo confín desamparado.