Gredilla proviene del vocablo latino gradiella, que quiere decir pueblo en cuesta y es la cabecera del valle del río Moradillo.
Según se apunta en el libro " El último Soldurio " de Javier Lorenzo Editorial Planeta, la localidad de Gredilla de Sedano se correspondería con la localidad de Moroeia, capital de los moroecanos, se desconoce con exactitud cuál era su emplazamiento aunque se apunta hacia un castro hallado en Gredillo de Sedano.
Moroeia sería la más meridional de las capitales de los cántabros.
Según se apunta en el libro " El último Soldurio " de Javier Lorenzo Editorial Planeta, la localidad de Gredilla de Sedano se correspondería con la localidad de Moroeia, capital de los moroecanos, se desconoce con exactitud cuál era su emplazamiento aunque se apunta hacia un castro hallado en Gredillo de Sedano.
Moroeia sería la más meridional de las capitales de los cántabros.
¡Que buena pinta tiene la novela!. Gracias por hablar de ella Carmelo. Me la voy a descargar ahora mismo para cuando tenga un ratillo leerla.
El último soldurio cuenta la historia de Corocotta, un guerrero cántabro que se vio favorecido desde niño por la «enfermedad de los dioses», la epilepsia, y cuya buena suerte le fue llevando desde su tierra natal a luchar junto a Julio César, de la lejana África a Gades, de Roma a Britania. Un guerrero capaz de renunciar a la ciudadanía romana por conservar sus raíces y lo más preciado, su tierra. Corocotta lideró, con las estrategias aprendidas del propio César, la última defensa de Cantabria frente al asedio de Augusto.
Mientras los hombres diseñaban tácticas para la lucha y regresaban victoriosos o tenían el honor de servir de pasto
a los buitres, las mujeres regían la vida espiritual en los castros.
En una época en la que un rayo era una señal y una cuchara de madera todo un símbolo, la superstición se mezclaba con la sabiduría y las mujeres, en un aparente segundo plano, dictaban muchos de los destinos de los pueblos al participar con sus opiniones en las decisiones sobre la guerra e incluso al arriesgar su propia vida.
El poder matriarcal se refleja en las actitudes de las mujeres que rodean la vida de Corocotta: su madre, Nocica, la
sacerdotisa, que lega la cuchara de madera a Urbina, su hija, y
decide el momento de su propia muerte, su primera mujer, Azu, que abandona una vida próspera y tranquila en Numidia para seguirle a Gades, Severina, una romana ninfómana que no parará hasta envenenar con semillas de hiedra a Azu y al hijo que lleva dentro, e Imilce, su segunda mujer, el amor sereno y valiente que acompañará a Corocotta a enfrentarse con Augusto.
Una novela histórica apasionante, en la que se mezclan el dolor de la cruel batalla con las lecturas de Homero, la fidelidad a la tierra con las enseñanzas militares del mejor ejército de todos los tiempos, y el ardor de un guerrero con el sentimiento del primer amor.
El último soldurio cuenta la historia de Corocotta, un guerrero cántabro que se vio favorecido desde niño por la «enfermedad de los dioses», la epilepsia, y cuya buena suerte le fue llevando desde su tierra natal a luchar junto a Julio César, de la lejana África a Gades, de Roma a Britania. Un guerrero capaz de renunciar a la ciudadanía romana por conservar sus raíces y lo más preciado, su tierra. Corocotta lideró, con las estrategias aprendidas del propio César, la última defensa de Cantabria frente al asedio de Augusto.
Mientras los hombres diseñaban tácticas para la lucha y regresaban victoriosos o tenían el honor de servir de pasto
a los buitres, las mujeres regían la vida espiritual en los castros.
En una época en la que un rayo era una señal y una cuchara de madera todo un símbolo, la superstición se mezclaba con la sabiduría y las mujeres, en un aparente segundo plano, dictaban muchos de los destinos de los pueblos al participar con sus opiniones en las decisiones sobre la guerra e incluso al arriesgar su propia vida.
El poder matriarcal se refleja en las actitudes de las mujeres que rodean la vida de Corocotta: su madre, Nocica, la
sacerdotisa, que lega la cuchara de madera a Urbina, su hija, y
decide el momento de su propia muerte, su primera mujer, Azu, que abandona una vida próspera y tranquila en Numidia para seguirle a Gades, Severina, una romana ninfómana que no parará hasta envenenar con semillas de hiedra a Azu y al hijo que lleva dentro, e Imilce, su segunda mujer, el amor sereno y valiente que acompañará a Corocotta a enfrentarse con Augusto.
Una novela histórica apasionante, en la que se mezclan el dolor de la cruel batalla con las lecturas de Homero, la fidelidad a la tierra con las enseñanzas militares del mejor ejército de todos los tiempos, y el ardor de un guerrero con el sentimiento del primer amor.