La renovación renacentista resulta más visible en la
portada exterior del templo. De estilo plateresco, consiste en un
arco de medio punto abocinado y volteado -de hecho, recuerda al muy anterior estilo
románico- sobre el que corre un friso escultórico, y, enmarcándolo todo, dos pilastras y un entablamiento clásico. Esta portada, muy maltratada por el tiempo debido a la mala calidad de su
piedra caliza, fue restaurada hace pocos años.