Virtus es un pequeño puelo tranquilo, con
casas de
piedra presididas por el majestuoso
castillo de la
fotografía.
Durante el
verano se llena de visitantes, a menudo, hijos y nietos de los que fueron habitantes del
pueblo hace decenas de años y que se marcharon a las ciudades en busca de mejor fortuna.
También ha llegado gente
joven que ha
comprado casas para restaurarlas con todo mimo.
Sus
fiestas, que son en septiembre, merecen ser visitadas. Este año atrajeron a cientos de personas y estuvieron
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