Si a los pequeños y desolados
pueblos burebanos les quitamos el dominio público de los
paisajes. ¿Qué les queda? Los rastrojos.
Este
verano he observado el alambrado y
puerta con candado del acceso a la zona de la
casa-
molino, que desde siempre ha existido un
puente de madera para pasar a la otra orilla del
rio y disfrutar de la caida del
agua por sus interiores, e igualmente del discurrir del agua por el cauce y de los bocages que habia entre las
fincas y las láminas de agua: pequeños setos de
... (ver texto completo)