Parece que nada cambia en los pueblos. Pero sí, más lentamente que en las ciudades, nuestros deshabitados pueblos adquieren nuevas fachadas, nuevas casas, y sobre todo los que caminan por sus viejas calles son personas distintas con otras formas de vida y costumbres. Atrás quedaron los carros cargados con comportas llenas de uvas que luego de pesarlas en un tripode las echaban en el lagar de esta fotografía. Para luego pisarlas alegremente por por los chiquillos del pueblo y extraer ese mosto ojogallo ... (ver texto completo)