En las calurosas y pesadas tardes del
verano mientras los adultos sesteaban, los chiquillos pasaban la sobremesa subiendose al rajado moral para buscar el
postre en las sabrosas moras negras.
Era esta una de las diversiones preferidas, mientras duraba el sangrante
fruto.
Para "los hombres, los mayores y los mozos", solo el genero masculino, el
árbol servía de lugar de encuentro, mientras se esperaba a que " tocase la tercera", es decir la
campana, para entrar a misa. E incluso después de la misa
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