Pasaron las aguas bravas y turbias del invierno. Hoy el rio se viste de azul grisáceo y se contonea ágil y cadencioso, dejando ver los cantos rodados y los sinuosos meandros donde frezan los peces.
Ya vino la calma a la ribera, con la llegada del caluroso estío. Y los mosquitos se apoderaron de las huertas, la piscina y el Plantío.