La ermita del pueblo, tan sobria y solida por fuera, por dentro tiene el tejado apuntalado.
Cuatro fuertes y resistente columnas de hierro aguantan a dos de las grandes vigas horizontales que sujetan el viejo tejado.
No son estéticas estas columnas metálicas pero mientras se busca otra solución -que tardará en llegar- mantienen en pie y en servicio la cubierta de un edificio tan singular y simbólico ubicado a la entrada del pueblo, junto a la fuente y antiguo lavadero.
¡Cuántos actos religiosos... Con qué sencillez, elegancia/firmeza y materiales del entorno. ¡Antes, se construía! Observa esta ermita... Hoy, en la mayoría de los pueblos, a pesar de requerir proyectos firmados por un arquitecto, las buenas y bien acabadas construcciones escasean. Casas bonitas por dentro. Sí. Por fuera: muy simplonas en estética/diseño y materiales.