En suave cadencia como migas de pan la nieve blanquea mi pueblo natal.
Los aperos de labranza borrados por los copos acumulados parecen no existir.
Todavía la nieve no hace crac crac al andar.
Bandos de palomas aturdidas pasan buscando alimento y un posadero seco donde dormir.
Las ventanas se llenan de ojos para ver cómo los campos se alegran viendo los húmedos copos.
Nieva. Nieva sí. Yo en mi ventana. Como blanquean los montes. Cómo se cubren los campos y cómo cae la nieve en la calle... Con suave cadencia, la nieve, como grandes migas de pan que multitud de manos tirasen, va blanqueando la ciudad.
Los coches aparcados duermen tapados por las sábanas blanquecinas de los copos acumulados en cantidad y variedad.
Todavía no hace crac en las botas al andar. Es más bien un chapapote donde te la juegas, si deprisa compañero, vas.
¡Qué plenitud de sosiego! Ver cómo esas bolitas frías de algodón se depositan en los suelos, y pintan paisajes nuevos.