Es de agradecer la dedicación de un hijo del
pueblo (Juan Abel), que vive fuera, y que se desvivie para que la hierba no se "coma" la
iglesia.
No le importa ni la distancia, ni la climatología adversa a la hora de desplazarse y venir a
Hermosilla a cuidarse de "lo público" por voluntarismo y cariño al pueblo.
Gracias por tanto esfuerzo, desvelo y dedicación.