Desde hace ya tiempo los campos de girasol se van alternando con los clásicos campos de cereales: trigo y cebada. Campos que, dicen, no necesitan tanto abono y que por tanto, son económicamente más rentables. En primavera e inicos del verano ofrecen un pasisaje tan hermoso como el mismo pueblo que los contempla.
Cuando éramos pequeños en las huertas sembrábamos pipas de girasol pero de las "otras": de las de comer. Era un manjar para aquella época que como niños que éramos no disponíamos de "todo" como ahora.
Cuando éramos pequeños en las huertas sembrábamos pipas de girasol pero de las "otras": de las de comer. Era un manjar para aquella época que como niños que éramos no disponíamos de "todo" como ahora.