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MORAL DE HERMOSILLA:
"Al moral partido por el rayo,
Y en el tronco herido.
Arriba en la pequña colina,
Junto a la románica iglesia
De tallados canecillos,
Muchas hojas verdes
Con su fruto, le han salido.
En su atalaya,
Guadián de un pueblo envejecido,
Firme resiste los empujones del norte frío,
Como si de ocre piedra le hubiera esculpido
El segundo maestro de Silos.
De la ribera del Oca, no tiene celos
De los altos chopos, de los álamos temblones
Ni de los sauces llorones.
Díme, moral hospitalario,
A cuántos chiquillos
Como pardos ruiseñores
Anidaste en tus ramas nominadas,
Después de trepar
Por las crestas astilladas de tus entrañas.
Y cuántos ya mayores,
Al toque de campana
Como si fueras árbol juradero,
Subiendo la cuesta empinada,
Se cobijaron bajo tu copa sombreada.
Mientras ellas ya mujeres
Con velos negros o vestidos nuevos,
Por sendas separadas
Se dirigen a la portada.
Antes que te derribe
Un torbellino de los Obarenes
Y moribundo caigas
Haciendo crugir tus sienes.
Antes que el leñador
Con su sierra de espada
Tronce tronco, hoja y ramas,
Y el carpintero te convierta
En sillas de mesa, papel de imprenta
Y caja de guitarra.
O antes que rojo,
Apilado al borde del camino
Junto a otras leñas, ardas mañana
En chimeneas extrañas.
¡Moral amigo!
Mi corazón siempre te espera,
Con los chubascos de abril y el sol de mayo,
Verte aquí, cada primavera." Havel del Olmo.
"Al moral partido por el rayo,
Y en el tronco herido.
Arriba en la pequña colina,
Junto a la románica iglesia
De tallados canecillos,
Muchas hojas verdes
Con su fruto, le han salido.
En su atalaya,
Guadián de un pueblo envejecido,
Firme resiste los empujones del norte frío,
Como si de ocre piedra le hubiera esculpido
El segundo maestro de Silos.
De la ribera del Oca, no tiene celos
De los altos chopos, de los álamos temblones
Ni de los sauces llorones.
Díme, moral hospitalario,
A cuántos chiquillos
Como pardos ruiseñores
Anidaste en tus ramas nominadas,
Después de trepar
Por las crestas astilladas de tus entrañas.
Y cuántos ya mayores,
Al toque de campana
Como si fueras árbol juradero,
Subiendo la cuesta empinada,
Se cobijaron bajo tu copa sombreada.
Mientras ellas ya mujeres
Con velos negros o vestidos nuevos,
Por sendas separadas
Se dirigen a la portada.
Antes que te derribe
Un torbellino de los Obarenes
Y moribundo caigas
Haciendo crugir tus sienes.
Antes que el leñador
Con su sierra de espada
Tronce tronco, hoja y ramas,
Y el carpintero te convierta
En sillas de mesa, papel de imprenta
Y caja de guitarra.
O antes que rojo,
Apilado al borde del camino
Junto a otras leñas, ardas mañana
En chimeneas extrañas.
¡Moral amigo!
Mi corazón siempre te espera,
Con los chubascos de abril y el sol de mayo,
Verte aquí, cada primavera." Havel del Olmo.