Con esta fotografía dejamos atrás un pasado de pasodobles, tangos y boleros y mozas peripuestas de brazos cruzados, esperando a su mozo deseado para que les sacara a bailar en la plaza adornada de guirnaldas y luces de colores, mientras los chiquillos correteaban a molestar entre las parejas enamoradas y los viejos lugareños contemplan con sus pícaros ojillos el nuevo presente y a la vez se mezcla con su ayer lejano. El 22 de noviembre, fiestas de Santa Cecilia, saxofones, gaitas y tamboriles, cohetes y campanas a volteo, anuncian tres días de olor a incienso y pendones al aire, ropa de estreno, estómagos agradecidos, buen vino y buen ambiente. Así eran las fiestas de Hermosilla de Bureba, por Santa Cecilia ansiadas y sencillas como la vida de sus gentes. Abel.