Son las cuatro de la tarde del viernes 2 de enero 2009. Estoy tranquilamente plantando dos jerbos y unos cerezos variedad "Caderechas". Mi perra mestiza "Beitxu" empieza a ladrar y se dirige ladera arriba porque oye tiros, parecen de rifle, más que de escopeta, que vienen del pueblo de la parte noroeste. Se siguen oyendo los disparos durante varios minutos, despues de un rato dejan de escucharse.
Hacia las cuatro y media realizada la plantación, me dirijo a la furgoneta para irme a casa y diviso por la carretera de Cornudilla que viene un todo terreno de la Guardia Civil (El Seprona), es decir el Servicio de protección de la naturaleza. Observo que se meten por el camino que yo salía y se ven obligados a recular por escasez de sitio para ambos coches. Pero se baja el conductor y sin ningún atisvo de educación y explicación me manda parar el vehículo y que le abra las puertas de atrás y le enseñe el interior de la furgo y
todo lo que llevo y lo que contenían las bolsas: que eran azadas, ropa, calzado y comida sobrante. Y con las mismas habilidades de comunicación del principio nos dejó marchar.
Y mientras, el furtivo de turno o el pistolas jonvaina, se iba de rositas.
El menda que coge una hormiga y la aparta del camino para no pisarla. Fue tratado como si fuera el delicuente numero uno de la madre naturaleza.
Son las incongruencias que a veces trae el amor por esos otros seres vivos que nos acompañan y que algunos otros impunemente se obsesionan por aniquilar.
Hacia las cuatro y media realizada la plantación, me dirijo a la furgoneta para irme a casa y diviso por la carretera de Cornudilla que viene un todo terreno de la Guardia Civil (El Seprona), es decir el Servicio de protección de la naturaleza. Observo que se meten por el camino que yo salía y se ven obligados a recular por escasez de sitio para ambos coches. Pero se baja el conductor y sin ningún atisvo de educación y explicación me manda parar el vehículo y que le abra las puertas de atrás y le enseñe el interior de la furgo y
todo lo que llevo y lo que contenían las bolsas: que eran azadas, ropa, calzado y comida sobrante. Y con las mismas habilidades de comunicación del principio nos dejó marchar.
Y mientras, el furtivo de turno o el pistolas jonvaina, se iba de rositas.
El menda que coge una hormiga y la aparta del camino para no pisarla. Fue tratado como si fuera el delicuente numero uno de la madre naturaleza.
Son las incongruencias que a veces trae el amor por esos otros seres vivos que nos acompañan y que algunos otros impunemente se obsesionan por aniquilar.