Tu respuesta fue callada
como un silencio que grita
en la prisión de la inocencia.
Pálida se quedó mi cara
al acecho de la sorpresa,
y el corazón se paraba.
Rugía afilado el viento,
graznaba avizor el cuervo,
sonaba el arroyo quieto.
Y el árbol desnudo,
de hojas se quedaba.
Una desgarbada sombra,
cubrió el silente destierro
alumbrando el camino,
y el paisaje desolado.
Entre las frágiles yerbas,
cantaba la alondra,
ajena al gestado silencio
y al adiós mudo.
Los pasos hollaban
la húmeda tierra,
esperando
que tú, amor de ayer,
algún día en el atardecer
claro de la vida.
Sigas mi huella...
que no te olvida.
"Ilusiones poéticas" Havel, 1998.
como un silencio que grita
en la prisión de la inocencia.
Pálida se quedó mi cara
al acecho de la sorpresa,
y el corazón se paraba.
Rugía afilado el viento,
graznaba avizor el cuervo,
sonaba el arroyo quieto.
Y el árbol desnudo,
de hojas se quedaba.
Una desgarbada sombra,
cubrió el silente destierro
alumbrando el camino,
y el paisaje desolado.
Entre las frágiles yerbas,
cantaba la alondra,
ajena al gestado silencio
y al adiós mudo.
Los pasos hollaban
la húmeda tierra,
esperando
que tú, amor de ayer,
algún día en el atardecer
claro de la vida.
Sigas mi huella...
que no te olvida.
"Ilusiones poéticas" Havel, 1998.