Parece que a los vecinos y amigos de Hermosilla, no les gusta escribir. Pero si a alguien le gusta leer poemas, ahí va uno:
" Viene el día, en que nadie te espera,
el día en que se oye el silencio del otro.
Aquél que escuchaba el latir de tu vida,
camina por sendas que se alejan.
¿Quién puso la piedra en el camino?
¿Qué nube ocultó el sol de los amaneceres?
Los ojos se pierden entre los que pasan,
buscando aquellos que le respondían
con sus destellos.
Hoy se miran en otros.
Te vas sola y ya nadie te llama.
Vas sin lugar, sin apoyo, sin luz.
No puedes retener el tiempo,
ni el pájaro en su vuelo,
ni el aire entre tus dedos.
Todo se acercó a tí,
sus ojos, sus sentimientos,
su palabra, su cuerpo.
Pero hoy, ya no está él,
y sólo se oye su silencio,
y los pasos del tiempo...
(A las jóvenes hermosillanas). Havel.
" Viene el día, en que nadie te espera,
el día en que se oye el silencio del otro.
Aquél que escuchaba el latir de tu vida,
camina por sendas que se alejan.
¿Quién puso la piedra en el camino?
¿Qué nube ocultó el sol de los amaneceres?
Los ojos se pierden entre los que pasan,
buscando aquellos que le respondían
con sus destellos.
Hoy se miran en otros.
Te vas sola y ya nadie te llama.
Vas sin lugar, sin apoyo, sin luz.
No puedes retener el tiempo,
ni el pájaro en su vuelo,
ni el aire entre tus dedos.
Todo se acercó a tí,
sus ojos, sus sentimientos,
su palabra, su cuerpo.
Pero hoy, ya no está él,
y sólo se oye su silencio,
y los pasos del tiempo...
(A las jóvenes hermosillanas). Havel.