La vejez en los pueblos se cierne como una niebla constante y plomiza, impidiendo que los alegres rayos del sol ocupen su espacio, haciendo brotar sonrisas nuevas.
La abuela de Hermosilla, con sus 95 años se fué hace unos días, dejando al pueblo un poco más pequeño y sólo. Su corazón no pudo con la carga pesada de los años.
Mi sinceras condolencias a sus hijos y familiares, por esta buena mujer que se despidió de todos sus vecinos para siempre.
La abuela de Hermosilla, con sus 95 años se fué hace unos días, dejando al pueblo un poco más pequeño y sólo. Su corazón no pudo con la carga pesada de los años.
Mi sinceras condolencias a sus hijos y familiares, por esta buena mujer que se despidió de todos sus vecinos para siempre.