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Se dice que recordar es volver a vivir. Pero puede suceder que de tanto recordar
te olvides vivir el presente y el ahora. Quién no guarda en el video de su memoria cómo era el devenir diario de nuestros padres en los quehaceres cotidianos.
"... Amaneceres con el canto del gallo, vistes tu ropa de pana, labriego, y la cara agrietada lavas en los baldes de zinc.
Enciendes en el ennegrecido y frío hogar, la lumbre, con restos de paja de centeno. Y la cerilla humea con su olor narcótico, mientras la tímida llama azulea entre las secas y frágiles ramas de la hojarasca.
Líquenes de hollín enfoscan la cónica chimenea, atravesada por la barra del hayar y en su extremo la esférica caldera de cobre, burbujea con las patatas reventadas. Y en el puchero de barro empieza a borbotear el agua huérfana.
Mientras el cerdo ojeroso gruñe en la mugrienta corte, al olor de los restos de comida aderezada con salvados de cebada, patata y trozos de pencas de berza, manjares de reo, para una muerte anunciada a degüello, con fecha en el taco del calendario..."
Esta más o menos conseguida descripción, podría ser la imagen repetida en muchas casas de las labores de un típico lugareño allá por los años cincuenta.
Ahora estas estampas sólo se observan en los belenes de la Navidad, como algo bucólico, lejano e ilusorio. Os deseo unas bonitas fiestas navideñas de recuerdos y gratas convivencias familiares.
te olvides vivir el presente y el ahora. Quién no guarda en el video de su memoria cómo era el devenir diario de nuestros padres en los quehaceres cotidianos.
"... Amaneceres con el canto del gallo, vistes tu ropa de pana, labriego, y la cara agrietada lavas en los baldes de zinc.
Enciendes en el ennegrecido y frío hogar, la lumbre, con restos de paja de centeno. Y la cerilla humea con su olor narcótico, mientras la tímida llama azulea entre las secas y frágiles ramas de la hojarasca.
Líquenes de hollín enfoscan la cónica chimenea, atravesada por la barra del hayar y en su extremo la esférica caldera de cobre, burbujea con las patatas reventadas. Y en el puchero de barro empieza a borbotear el agua huérfana.
Mientras el cerdo ojeroso gruñe en la mugrienta corte, al olor de los restos de comida aderezada con salvados de cebada, patata y trozos de pencas de berza, manjares de reo, para una muerte anunciada a degüello, con fecha en el taco del calendario..."
Esta más o menos conseguida descripción, podría ser la imagen repetida en muchas casas de las labores de un típico lugareño allá por los años cincuenta.
Ahora estas estampas sólo se observan en los belenes de la Navidad, como algo bucólico, lejano e ilusorio. Os deseo unas bonitas fiestas navideñas de recuerdos y gratas convivencias familiares.