Durante estas vacaciones de Semana Santa hemos dado una vuelta por el pueblo de Hermosilla.
Pocos han sido los días soleados; más bien, han abundado las lluvias a casi todas las horas. Las calles han recogido el abundante caudal caído para llevarlo al río Oca que ha crecido a lo grande.
Nos recordaba las enormes crecidas que en otros tiempos llegaban hasta unir ambos ríos (el de Santa Casilda o el del molino y el Oca) inundándolo todo a su paso y el agua llegaba hasta la huerta del Sr. herrero.
A nivel litúrgico, sólo el Jueves Santo hubo un sencillo oficio religioso en la ermita. ¡Qué tiempos aquellos con sus procesiones recorriendo las calles del pueblo al son de las matracas pues las campana no podían tañer! ¡Qué sólo está el pueblo cuando se celebran actos religiosos! Y mientras tanto, la vida sigue... con otra escala de valores.
Pocos han sido los días soleados; más bien, han abundado las lluvias a casi todas las horas. Las calles han recogido el abundante caudal caído para llevarlo al río Oca que ha crecido a lo grande.
Nos recordaba las enormes crecidas que en otros tiempos llegaban hasta unir ambos ríos (el de Santa Casilda o el del molino y el Oca) inundándolo todo a su paso y el agua llegaba hasta la huerta del Sr. herrero.
A nivel litúrgico, sólo el Jueves Santo hubo un sencillo oficio religioso en la ermita. ¡Qué tiempos aquellos con sus procesiones recorriendo las calles del pueblo al son de las matracas pues las campana no podían tañer! ¡Qué sólo está el pueblo cuando se celebran actos religiosos! Y mientras tanto, la vida sigue... con otra escala de valores.