Ha llegado el verano a los pueblos de casas cerradas, de silencios encadenados en las calles vacías, de miradas rotas buscando otros ojos.
El aire suena a música orquestada por golondrinas, aviones y vencejos; no tienen director, no les hace falta, cada cual conoce bien su partitura, son verdaderos maestros en su arte de jugar con el aire y vivir en el aire.
Ahora las calles están despiertas y sonríen con las pisadas de niños corretones, van muchachas de piernas largas, sonrisas explosivas y con sus dedos obsesivos escarbando en pantallas de colores.
Es verano. Arriba el azul del cielo. Abajo el azul del agua y en medio tú, desfilando por las cálidas calles, tu cuerpo de pasarela.
El aire suena a música orquestada por golondrinas, aviones y vencejos; no tienen director, no les hace falta, cada cual conoce bien su partitura, son verdaderos maestros en su arte de jugar con el aire y vivir en el aire.
Ahora las calles están despiertas y sonríen con las pisadas de niños corretones, van muchachas de piernas largas, sonrisas explosivas y con sus dedos obsesivos escarbando en pantallas de colores.
Es verano. Arriba el azul del cielo. Abajo el azul del agua y en medio tú, desfilando por las cálidas calles, tu cuerpo de pasarela.