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HERMOSILLA: Ciertamente este instrumento te lo encuentras colgado...

Ciertamente este instrumento te lo encuentras colgado en una pared del corral y le preguntas a cualquier jóven de menos de treinta años, y ni por casualidad acierta de que sirve para coger la fruta de las ramas más altas.

Alguna vez que he entrado en esos viejos corrales de piedra y adobe y ves todos estos antiguos aperos de labranza, parece el resumen de la vida del agricultor, donde él se fué y quedan todos todos estos artilugios que tanto cuidó y le acompañaron día trás día.

Allí en un rincón el duro braván, y cerca de la flexible grada, la punzante rastra; apoyados en la pared los grandes trillos con sus dientes de silex para desmenuzar las secas espigas, y destacando entre todos, por su saber estar, dispositivos, colorido, la pretenciosa aventadora. No menos sofisticada y que destacaba como un gran robot lleno de brazos, era la gavilladora; sorprende cómo sabía cuándo tenía que desprenderse de las gavillas.

Arriba en el pajar aún quedaban columnas del esbelto centeno que una vez a remojo se usaría para atar los haces, los certeros nudos se iban aprendiendo de padres a hijos.

¡Ay! qué decir del carro, servía para llevar de todo. Algunos los pintaban y los cuidaban como hoy se cuida un coche. ¿Dónde estará ese carro?...

Se ve que la nostalgia va con los años y los viejos recuerdos retornan para llenar los vacios que no puede ocupar el presente.

Estos artilugios mudos, ya colgados en paredes, ya tirados por los suelos. ¡Cuánto hablan de nuestra vidas!