Entró el verano aquí en el suelo burebano, ¡saludos! errante golondrina, perenne vecina del ardiente verano. Llegaste por primavera con tu cola larga y bifurcada, garganta rojiza, vientre blancuzco y alas azuladas, para hacer tu nido en chimeneas y pajares. Seas bienvenida, y que nos libres de moscas y mosquitos, que tánto abundan en estos pueblos pequeñitos.
Tu siempre vuelas con ventanilla, pero los que a pie andamos, casca un sol que te desloma, y las espigas tuesta, seca y dora. Menos mal que las lluvias de junio a los campos alegraron y los graneros serán un poco más abultados. Te dicen parlera por tu cántiga placentera, respetada compañera. Cuando vuelas por los derredores en vuelos acrobáticos y veloces, los lugareños te confunden con los aviones, tus congéneres. Estos son de cola corta, blancos y negros, construyen sus nidos de barro debajo de cornisas y aleros. Son chillones y a igual que los oscuros vencejos surcan el aire sin apenas posarse en el suelo.
¡Salud, dulce golondrina, bella peregrina, vuelve otra vez por primavera!
Tu siempre vuelas con ventanilla, pero los que a pie andamos, casca un sol que te desloma, y las espigas tuesta, seca y dora. Menos mal que las lluvias de junio a los campos alegraron y los graneros serán un poco más abultados. Te dicen parlera por tu cántiga placentera, respetada compañera. Cuando vuelas por los derredores en vuelos acrobáticos y veloces, los lugareños te confunden con los aviones, tus congéneres. Estos son de cola corta, blancos y negros, construyen sus nidos de barro debajo de cornisas y aleros. Son chillones y a igual que los oscuros vencejos surcan el aire sin apenas posarse en el suelo.
¡Salud, dulce golondrina, bella peregrina, vuelve otra vez por primavera!