Hoy rugía el Oca, transportando agua hasta las cartolas. Bravo y trabajador como nunca, todo era agua embravecida pero con las riendas controladas. Los sauces esquinados, a media hasta de agua rabiosa.
De repente, suena un estruendo; es un trozo de orilla que cae en la vorágine de la turbulencia y luego es el crujido crepitante de un añoso chopo que se derrumba cual gigante abatido. Era la naturaleza en todo su clímax. Mientras la abubilla sigue con su bu-bu, bu-bu, una y otra vez repetido, ajena, al caudaloso y bravo río. (Mañana del 23 de abril en las huertas del plantío).
De repente, suena un estruendo; es un trozo de orilla que cae en la vorágine de la turbulencia y luego es el crujido crepitante de un añoso chopo que se derrumba cual gigante abatido. Era la naturaleza en todo su clímax. Mientras la abubilla sigue con su bu-bu, bu-bu, una y otra vez repetido, ajena, al caudaloso y bravo río. (Mañana del 23 de abril en las huertas del plantío).