Si la subida a la iglesia, se frecuentara como la ida al bar, seguro que toda la escalinata estaría más cuidada. El mejor edificio turístico del pueblo está infravalorado y al albur de las gramíneas y ailantos. Todo ello nos constata la incultura y la poca sensibilidad de Hermosilla y sus gentes. ¡Tanto cuesta echar una mañana para desbrozar!