Todo un recuerdo de las viñas que en su día se cultivaban en el pueblo para producir el vino que consumía cada familia durante todo el año. ¡Qué tiempos aquellos!
Anhelar el pasado, sobre todo la niñez, cuando los parajes que no servían para trigo se plantaban de viñas de casta, autóctonas, y se saboreaba su agridulce fruto, cuando venían los carros con sus racimos en los comportones para echar en el lagar. Sí. Cierto que es un bonito recuerdo. En verano. ¡Qué bien entraba el chacolí! Ahora la mayoría de los vinos son adormideras (13,5 y 14 grados); y todos saben igual.
Todavía queda alguna cepa de aquellas uvas en los lindes, de lo que hace 50 años fueron viñas. Todos los años sigo aún catando alguno de esos pequeños y azulados granos. Son tan rústicas estas castas, que no han desaparecido de la tierra a pesar de que ni se las trata ni se las poda.
Todavía queda alguna cepa de aquellas uvas en los lindes, de lo que hace 50 años fueron viñas. Todos los años sigo aún catando alguno de esos pequeños y azulados granos. Son tan rústicas estas castas, que no han desaparecido de la tierra a pesar de que ni se las trata ni se las poda.