HERMOSILLA: Luego estos hijos del pueblo de la miseria y la supervivencia...

Colección sí, pero dentro de la historia presente. Todos estos tipos de azadas se siguen usando en nuestras huertas para las distintas labores.

En cambio, otros aperos de labranza como arados de madera, vertederas, brabanes, gradas, rastras, segadoras, gavilladoras, beldadoras o aventadoras, limpiadoras de grano, etcètera, agonizan en nuestros corrales a merced de la podredumbre y la carcoma, en el más absoluto olvido cultural y etnológico. Limpiémolas y saquémolas a la calle para que las costumbres pasadas y la cultura no se olviden. Estos utensilios agrícolas, aunque hacían correr el sudor, también quitaron sudores.

Hoy los insolentes y arrogantes tractores con sus aperos casi robotizados recorren ruidosos los caminos polvorientos, donde antes hubo paso y huella de mula y buey. Y las gigantes cosechadoras han despedido a miles de segadores de sombrero, hoz y zoqueta; que pasaron a las minerías, fundiciones y construcción de carreteras y viviendas.

Esta historia la han vivido algunos de nosotr@s y sobre todo nuestros padres y antepasados. La dura, sacrificada, pobre y conformista vida del campo de antes. Es ahora la blanda, subvencionada y arrogante vida del nuevo rico labrador.

Luego estos hijos del pueblo de la miseria y la supervivencia olvidaron pronto su etapa rural.

Retornan al pueblo echando un tupido velo sobre su pasado, viviendo como zombis urbanitas. Coches de alta gama y aires de nuevos ricos pero sin aceptar su pasado de integración en la historia y patrimonio de donde nacieron.

Que a la vez aman y aborrecen.
Necesitamos un psicoanalisis para encontrar el equilibrio de las dos vidas.
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