HERMOSILLA: Eran la cinco y las cinco en punto de la tarde. Y el...

A José con mi sincera despedida de este pueblo que tanto amó." Busqué un lugar para descansar y me fijé en el cielo". Adiós...

Eran la cinco y las cinco en punto de la tarde. Y el silencio de la tarde soleada, se rompía con el tañido indolente de la campana como si estuviera rota. Toques lentos y lastimosos, como golpes de paladas de tierra que anunciaban que otro hijo del pueblo se despedía de su casa, de su escuela, de su iglesia, de sus campos, de sus amigos, de sus vecinos y de la Hermosilla entera.

Te vas, te fuiste compañero. Ahora, tu lugar estará en el Cielo.