Los nazionalismos matan lo que aman: sus
familias, sus
amigos, sus vecinos, sus compañeros de trabajo, el trabajo, la dignidad de la persona. Al propio país que quieren "liberar", lo encarcelan para siempre en la dictadura del miedo y del pensamiento único.
La libertad de expresión desaparece. A día de hoy en el
País Vasco, siguen las secuelas del terror de ETA: la libertad de expresión a nivel de
calle no existe. En las
fachadas de las viviendas, a diferencia con el resto de
España; nadie se
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