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HERMOSILLA: Los nazionalismos matan lo que aman: sus familias,...

Sí. Pero "la fiesta" no ha terminado.

La CUP ha prometido recuperar en la calle "lo que ha perdido" en el Parlament.

Soplan vientos de tormenta.

De entrada, ya tenemos una ciudadanía dividida en dos bloques.

De salida, NADIE sabe cual será el final.

Los nazionalismos matan lo que aman: sus familias, sus amigos, sus vecinos, sus compañeros de trabajo, el trabajo, la dignidad de la persona. Al propio país que quieren "liberar", lo encarcelan para siempre en la dictadura del miedo y del pensamiento único.

La libertad de expresión desaparece. A día de hoy en el País Vasco, siguen las secuelas del terror de ETA: la libertad de expresión a nivel de calle no existe. En las fachadas de las viviendas, a diferencia con el resto de España; nadie se atreve a poner la bandera de España. El nombre España, es tabú.

En Cataluña aún se atreven a salir a la calle a protestar contra los golpistas, contra los "liberadores", y expresar sus opiniones. En el País Vasco, este importante derecho, ha supuesto más de 800 muertos; a parte de miles de exiliados a otras autonomías y países.

Los etarras también se hicieron dueños de las calles y de Ayuntamientos, mientras los partidos que estaban en el poder miraban para otro lado. En Cataluña, el partido que gobierna es el conduce el carro desbocado a no se sabe donde. Al precipicio.
Hoy, en Euzkalerria parece que hay libertades. Pero la bestia sigue ahí sin desaparecer, invernando, esperando el momento para rugir y dar la dentellada.

Estas "libertades" traen los nacionalismos. El dominio de la sinrazón sobre la razón. Donde una ideología utópica, esclaviza y empobrece a un pueblo, para siempre.