El 1 de Noviembre el cementerio vestía de gala, lleno de flores y con un sol radiante que invitaba a permanecer allí, y recorrer las tumbas de familiares y vecinos donde se podía leer, desde la de una niña de tres meses hasta de una señora de 98 años. En esa pequeña colina se encuentra enterrada con cruces o sin ellas la mayoría de los habitantes de generaciones del pueblo de Hermosilla, algunos en el suelo de la iglesia, otros en sus derredores y huesera; y los más recientes en el cementerio. De ahí que este terreno sea un camposanto o casi necrópolis; y lugar de silencio y paz por estar alejado del resto del pueblo.