Esta bicicleta que se apoya descansando junto a la señal que identifica el pueblo de Hermosilla, qué distinta es a las que usabamos nosotros de chavales. Tenían eso sí timbre y una resistente parrilla para llevar de todo, pero algunas carecían de frenos y se frenaba con la suela de los zapatos. Se pinchaban muy a menudo y eramos expertos en arreglar los pinchazos. Subir el repecho de Santamaria costaba un huevo con el piñón fijo y clavarse la maneta del freno en las caidas no era difícil. Algunos chiquillos que no llegaban a los pedales, metían las piernas por debajo de la barra horizontal y pedaleaban como si tal cual.
Después del docil y paciente burro era el vehículo más usado para moverse a los pueblos cercanos, allá por los años cincuenta y sesenta y picos más.
En mi familia se conserva aún una de aquellas bicis que pagaban a igual que los carros, el impuesto de circulación, la famosa "chapa" que si no la llevabas multa al canto por los del tricornio. Tal vez tenga cerca de los cien años el cuadro. El resto de componentes ha sido retocados, incluso lleva ya cambios de piñones y funciona muy bien.
Como anécdota un vecino de Hermosilla, con esta bici centenaria, y que aún vive en el pueblo, tuvo la mala suerte que se le rompió el cuadro y cayó de bruces contra los cantos de la carretera y dejó allí varios de sus piños. Y como el dinero no nacía en las piezas, muchos años pasaron sin que el pobre hombre se pusiera dientes nuevos.
Saludos al "Burgales", me gustaría que se escribieran más cosas de Hermosilla.
Después del docil y paciente burro era el vehículo más usado para moverse a los pueblos cercanos, allá por los años cincuenta y sesenta y picos más.
En mi familia se conserva aún una de aquellas bicis que pagaban a igual que los carros, el impuesto de circulación, la famosa "chapa" que si no la llevabas multa al canto por los del tricornio. Tal vez tenga cerca de los cien años el cuadro. El resto de componentes ha sido retocados, incluso lleva ya cambios de piñones y funciona muy bien.
Como anécdota un vecino de Hermosilla, con esta bici centenaria, y que aún vive en el pueblo, tuvo la mala suerte que se le rompió el cuadro y cayó de bruces contra los cantos de la carretera y dejó allí varios de sus piños. Y como el dinero no nacía en las piezas, muchos años pasaron sin que el pobre hombre se pusiera dientes nuevos.
Saludos al "Burgales", me gustaría que se escribieran más cosas de Hermosilla.