Que por andamios no sea, si el crucero de la bóveda, bien queda. Los buenos cristianos de misa dominical, y mensajeros en la vida diaria de las enseñanzas de Jesús de Nazaret, sabrán si los arcos y nervios de la bóveda están ahora bien, y en su lugar.
En cuanto a las otras reparaciones: grietas del ábside y del muro perimetral del cementerio; el primero parece que está mejorablemente cosido y junteado, y la terminación con cal hidraúlica acertada. Lo que dure, Dios sabrá. En cuanto a la grieta del paño del muro del cementerio, como el fallo está en la cimentación del mismo y la falta de profesionalidad en el cosido de las piedras (mata juntas) por la anterior remodelación y alargamiento del mismo. En cuatro inviernos, en cuanto el subsuelo arcilloso se moje, volverá a rajarse.
Hay que fijarse lo listos que eran los arquitectos que reforzaron con contrafuertes el resto del cementerio y la torre del campanario. En cambio en el siglo XX, los que hicieron el añadido del muro no se dieron cuenta o no sabían que primero hay que hacer una buena cimentación de piedra o de hormigón armado y a ser posible añadiendo un robusto contrafuerte a la pared, internamente con varilla corrugada y externamente aplacado en piedra de sillería.
Todo lo demás, pan para hoy, y nuevas grietas para mañana. Es cierto que el promotor lo sabía y la mayoría de los vecin@s. Pero..., el dinero para tan buen arreglo no tenían. Y se hizo, parece lo que bien se pudo con el dinero del Arzobispado y de la Villa de Hermosilla.
En cuanto a las otras reparaciones: grietas del ábside y del muro perimetral del cementerio; el primero parece que está mejorablemente cosido y junteado, y la terminación con cal hidraúlica acertada. Lo que dure, Dios sabrá. En cuanto a la grieta del paño del muro del cementerio, como el fallo está en la cimentación del mismo y la falta de profesionalidad en el cosido de las piedras (mata juntas) por la anterior remodelación y alargamiento del mismo. En cuatro inviernos, en cuanto el subsuelo arcilloso se moje, volverá a rajarse.
Hay que fijarse lo listos que eran los arquitectos que reforzaron con contrafuertes el resto del cementerio y la torre del campanario. En cambio en el siglo XX, los que hicieron el añadido del muro no se dieron cuenta o no sabían que primero hay que hacer una buena cimentación de piedra o de hormigón armado y a ser posible añadiendo un robusto contrafuerte a la pared, internamente con varilla corrugada y externamente aplacado en piedra de sillería.
Todo lo demás, pan para hoy, y nuevas grietas para mañana. Es cierto que el promotor lo sabía y la mayoría de los vecin@s. Pero..., el dinero para tan buen arreglo no tenían. Y se hizo, parece lo que bien se pudo con el dinero del Arzobispado y de la Villa de Hermosilla.