Me gusta el relato aunque no la tristeza y soledad que desprende.
Siempre hay valientes que se dejan caer por este solitario caserío a pesar de las temperaturas siberianas.
Eso sí que es amor de hijo.
Te envidio.
Siempre hay valientes que se dejan caer por este solitario caserío a pesar de las temperaturas siberianas.
Eso sí que es amor de hijo.
Te envidio.