Paisaje urbano desolador.
Nada humano se asoma ni camina.
Una casa blanca que hace a limpio.
Enturbia el color terroso del caserío adosado.
El gris de una plazoleta fría y llena de escaleras y altibajos,
con su fuente hundida, como para ocultar su agua "envenenada",
por los nitratos del campo. Ensucia a un pueblo que huele a desidia,
y falta de recursos.
Sólo esa bóveda celeste, que lo acoge en un abrazo,
y esa pequeña arboleda verde que denota la sensibilidad
de algunas personas por la poesía de los árboles.
Son la armonía del hombre y la naturaleza.
La casa para habitar y los paisajes para respetar y disfrutar.
Nada humano se asoma ni camina.
Una casa blanca que hace a limpio.
Enturbia el color terroso del caserío adosado.
El gris de una plazoleta fría y llena de escaleras y altibajos,
con su fuente hundida, como para ocultar su agua "envenenada",
por los nitratos del campo. Ensucia a un pueblo que huele a desidia,
y falta de recursos.
Sólo esa bóveda celeste, que lo acoge en un abrazo,
y esa pequeña arboleda verde que denota la sensibilidad
de algunas personas por la poesía de los árboles.
Son la armonía del hombre y la naturaleza.
La casa para habitar y los paisajes para respetar y disfrutar.