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Escalera al lado de la Ermita de la Virgen de la Cueva, HONTANGAS

Agua sagrada y virgen milagrosa. El pueblo de Hontangas cuenta con una peculiar ermita rupestre donde historia, religiosidad y leyenda juegan en armonía Daniel González

Vacceos, romanos y cristianos. Las huellas dejadas por las diferentes civilizaciones y sus culturas en su paso por la Península Ibérica tienen un perfecto modelo en el pueblo burgalés de Hontangas, en el extremo meridional de la provincia. El municipio, presume de contar con un singular templo excavado en la roca que nos relata en sus pocos metros cuadrados la evolución y fusión de las diferentes religiones en la historia de España: La ermita rupestre de la Virgen de la Cueva. Sí, como la famosa cancioncilla infantil.

Situado en la Ribera del Duero, rodeado por las vegas de los ríos Riaza y Hontanguillas, el nombre de este pueblo está indudablemente unido al de fuente. Según algunos autores podría provenir del latín Fontanacae (Lugar de fuentes), o del nombre compuesto de Hont o Font (significando fuente) y Ancas, vocablo de origen vasco que significa roca. Sea como sea en Hontangas el agua es el origen de su historia.

Un santuario prerromano
Conocer todas las historias que han sucedido en sus pocos metros cuadrados sería un delicioso manjar de sabiduría para muchos historiadores, pues antes de ser ermita cristiana fue santuario de vacceos y romanos. El agua y su abundancia estaban vinculados a las deidades de los pueblos celtas, y entre ellos los vacceos, que en su dominio del valle del Duero utilizaron la cueva de Hontangas, y el manantial que manaba en su interior, como un santuario indígena para celebrar ceremonias y ofrendas.

Más tarde, llegó Roma que, en su conquista y dominación de los pueblos prerromanos, adaptó las religiones locales romanizando a sus deidades. Se especula que la cueva podría haber sido utilizada como centro de peregrinación para la población de la zona y de la ciudad romana de Clunia Sulpicia.

La leyenda y popularidad de la Virgen de la Cueva
Ya con la cristianización de toda la península, el santuario cambió de advocación. Apareció ‘milagrosamente’ en la cueva una talla de una Virgen sobre la que circulan varias leyendas. Se cuenta que los señores de Haza divisaron desde su castillo una luz que salía de la cueva y que, al acercarse para ver de qué se trataba, encontraron la imagen de la Virgen. Hicieron un intento para llevársela a Haza en un carro de bueyes, pero no consiguieron moverla.

Otra versión cuenta que unos labradores del pueblo vecino de Adrada de Haza, descubrieron la virgen en una cueva cercana a la localidad. Intentaron llevarla a su pueblo para crearle un santuario allí. Pero, cuando la subieron a un carro para llevársela, los mulos no quisieron andar. Así, decidieron crear allí mismo la ermita de la Virgen de la Cueva y se formó el pueblo actual de Hontangas.

La popularidad de la Virgen se extendió por los 15 pueblos de la mancomunidad de Tierra y Villa de Haza, convirtiéndose en su patrona. Una veneración que los habitantes de todas estas poblaciones consuman cada 50 años en una romería hacía la ermita, recogiendo una tradición que perdura a lo largo de los siglos. La última fue en el año 2000.

Sus sagradas instalaciones eran frecuentemente visitada por la fama milagrosa del agua de su manantial, que más tarde se desvió para evitar infiltraciones (ahora sus aguas se puede beber en una fuente aledaña).

También era visitada por las jóvenes casaderas que se acercaban en peregrinación hasta la ermita para rogar a la Virgen que les concediera un buen parto. Este uso nos lo recuerda la inscripción grabada en el arco de entrada de la ermita, ‘Virgo tua Gloria Partus’, traducida como ‘Tu Parto es la Gloria’.

La venerada talla de Nuestra Señora de la Cueva se puede fechar entre finales del siglo XIII y principios del XIV, en estilo románico de transición al gótico, y parece que procede de la ermita de San Mamés, a 700 metros al noreste de la población y actualmente en ruinas.

Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento
Con el paso de los siglos la ermita fue adquiriendo el aspecto de un templo estilizado sin perder su esencia rupestre. Se reforzó con pilares neoclásicos la irregular estructura de la cueva, y se protegió con una reja la imagen de la patrona, localizada en el centro de un retablo barroco. En el siglo XVII se construyó el elemento arquitectónico más representativo: la fachada renacentista rematada con una espadaña.

El año pasado, además, fue declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento. Con esta declaración se resuelve una petición que arrastraba tras de sí un largo camino, con un expediente que ha estado décadas acumulando polvo hasta que decidieron sacarlo del montón de solicitudes.

Ahora, lo siguiente que quieren desde el Ayuntamiento es que se realicen una “catas arqueológicas” en la cueva, ya que el complejo rupestre era muchos más grande de lo que se puede contemplar actualmente.

Ahora la ermita, situada a la entrada del pueblo, está siempre abierta durante el día y es una excusa perfecta para acerarse a este pequeño pueblo, que además cuenta con otros lugares de interés, como la iglesia renacentista de San Juan Bautista, el puente sobre el río Riaza, la fábrica de electricidad (actualmente sin actividad) o los molinos.

También merece la pena un largo paseo andando o en bici por el Sendero del Arroyo Hontanguillas (también llamado del Chorrón) que recorre aproximadamente 14 km pasando por Moradillo de Roa y La Sequera de Haza.