EL LOBO Y EL PERRO FLACO
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Fábula
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La carpa en otro tiempo, por mucho que rogó
y más que dijo, fue a parar a la sartén sin
tener en cuenta sus razones.
Hice ver yo entonces que soltar lo que se
tiene en la mano con la esperanza de mayores
bienes, es una gran locura. El pescador tenía
razón, y la carpa no estaba mal aconsejada: cada
cual dice lo que puede en defensa de su vida.
Voy a reforzar con un nuevo rasgo lo que antes decía.
Cierto lobo, necio como el pescador, fue sabio,
halló un perro en las afueras de la ciudad y quiso
devorarlo. El perro le hizo presente su delgadez.
-No quiera vuestra señoría comerme en el estado
que me encuentro; esperad un poco, mi amo casa a
su única hija, y comprenderéis que es tanto de
boda, aunque no quisiera, tengo que engordar bastante.
Créele el lobo y le deja ir al perro. Pasado unos días
va a ver si el can había engordado;
mas el bribón se hallaba en casa y dijo al lobo por
una rendija:
-Salgo enseguida, amigo lobo. Si esperas un momento
el portero y yo nos reuniremos contigo.
El portero de la casa era un perro enorme que
despachaba a su gusto a los lobos. El nuestro se lo
sospecho y dijo:
-Saludos al portero-partiendo a buen paso de aquel
sitio. Era muy ágil, pero no tan hábil.
Este lobo no sabia aún su oficio.
La Fontaine.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.- ... (ver texto completo)
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Fábula
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La carpa en otro tiempo, por mucho que rogó
y más que dijo, fue a parar a la sartén sin
tener en cuenta sus razones.
Hice ver yo entonces que soltar lo que se
tiene en la mano con la esperanza de mayores
bienes, es una gran locura. El pescador tenía
razón, y la carpa no estaba mal aconsejada: cada
cual dice lo que puede en defensa de su vida.
Voy a reforzar con un nuevo rasgo lo que antes decía.
Cierto lobo, necio como el pescador, fue sabio,
halló un perro en las afueras de la ciudad y quiso
devorarlo. El perro le hizo presente su delgadez.
-No quiera vuestra señoría comerme en el estado
que me encuentro; esperad un poco, mi amo casa a
su única hija, y comprenderéis que es tanto de
boda, aunque no quisiera, tengo que engordar bastante.
Créele el lobo y le deja ir al perro. Pasado unos días
va a ver si el can había engordado;
mas el bribón se hallaba en casa y dijo al lobo por
una rendija:
-Salgo enseguida, amigo lobo. Si esperas un momento
el portero y yo nos reuniremos contigo.
El portero de la casa era un perro enorme que
despachaba a su gusto a los lobos. El nuestro se lo
sospecho y dijo:
-Saludos al portero-partiendo a buen paso de aquel
sitio. Era muy ágil, pero no tan hábil.
Este lobo no sabia aún su oficio.
La Fontaine.
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