brilla La Esperanza. 10 SALMO 10 (9b) a
Oración pidiendo la ayuda de Dios
1 Señor, ¿por qué te quedas tan lejos?,
¿por qué te escondes en tiempos de angustia?
10
1 a Salmo 10 (9b) La cifra puesta entre paréntesis corresponde a la numeración de la versión griega llamada “de los Setenta” (LXX), seguida en este punto por la versión latina llamada “Vulgata”. Estas versiones consideran como una unidad los salmos 9 y 10 del hebreo. Véase Introducción a los Salmos.
2 Con altanería, el malvado
persigue rabiosamente al humilde;
pero ha de quedar atrapado
en las trampas que él mismo ha tendido.
3 El malvado se jacta de sus propios deseos;
el ambicioso maldice y desprecia al Señor.
4 Levanta insolente la nariz, y dice:
“No hay Dios. No hay quien me pida cuentas.”
Eso es todo lo que piensa. b
4 b 10.4 Sal 14.1; 53.1; 73.11; Sof 1.12.
5 Siempre tiene éxito en lo que hace.
Para él, tus juicios están lejos,
muy lejos de su vista.
Se burla de sus enemigos,
6 y piensa que nadie le hará caer,
que jamás tendrá problemas.
7 Su boca está llena de maldiciones,
de mentiras y de ofensas; c
sus palabras ocultan opresión y maldad.
7 c 10.7 Ro 3.14.
8 Se pone al acecho, por las aldeas,
y a escondidas mata al inocente.
No pierde de vista al indefenso:
9 como si fuera un león en su cueva,
espía al pobre desde su escondite,
esperando el momento de caer sobre él,
y cuando lo atrapa, lo arrastra en su red.
10 Se agacha, se encoge,
y caen en sus garras los indefensos.
11 El malvado cree que Dios se olvida,
que se tapa la cara y que nunca ve nada.
12 ¡Levántate, Señor, levanta tu brazo!
¡No olvides a los afligidos!
13 ¿Por qué, Dios mío, han de burlarse los malos,
pensando que no habrás de pedirles cuentas?
14 Tú mismo has visto su irritante maldad;
¡la has visto, y les darás su merecido!
A ti se acogen los indefensos;
tú eres la ayuda de los huérfanos.
15 ¡Rompe el brazo a los malvados!
¡Pídeles cuentas de su maldad,
hasta que no quede nada pendiente!
16 El Señor es el rey eterno;
¡los paganos serán echados de su país!
17 Señor, tú escuchas la oración de los humildes,
tú los animas y los atiendes.
18 Haz justicia al huérfano y al oprimido:
¡que el hombre, hecho de tierra,
no vuelva a sembrar el terror!
© 2002 Sociedades Bíblicas Unidas y Sociedad Bíblica de España
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