Estas
ruinas, del primigenio
Monasterio de
San Pedro de Arlanza, guardan la memoria, mitad histórica, mitad legendaria, del conde Fernán González.
La cabecera posee elementos prerrománicos, posiblemente del fines del siglo IX o inicios del X.
El Poema de Fernán González sitúa aquí la leyenda en la que el conde, persiguiendo un jabalí blanco, encontró una
cueva santa donde habitaban los eremitas Pelayo, Silvano y Arsenio. Pelayo profetizó al conde castellano su victoria sobre las huestes cordobesas.