En los años cincuenta hubo dos
fraguas en el
pueblo, hoy desaparecidas; las dos eran muy concurridas durante todo el año, especialmente en
invierno en cuya fecha se ponían los
aperos a punto para el momento de realizar las faenas del
campo. En ellas había un gran fuelle para reavivar el fuego, el yunque, martillos de varios tamaños entre los que destacaba el mallo, era el más grande. También habia muchas tenazas. Los herreros iban provistos de un fuerte delantal de cuero para protegerse de los chispazos. Asimismo habia un pequeño depósito con
agua, situado en un
rincón de la misma para dar el temple a los hierros. Funcionaba tambíén como centro de noticias al reunirse varios hombres al día.