en algunas ocasiones el hombre labrador debia de permanecer en el lugar de trabajo desde primeras horas hasta la hora de regresar por la tarde. No volvía a
comer a
casa. Entonces sus mujeres, llegado la hora del mediodía, llevaban el alimento al pie de la
finca en donde se hallaba su padre, su hermano o su marido en estos cestitos de mimbre que ellos habian hecho meses antes.