LA SOMBRA DEL BURRO
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Un mercader alquiló un burro para cruzar el desierto
y le preguntó al dueño del animal:
¿Cuánto me cobras por hacerme de guía?
Necesitaba tanto su ayuda que le ofreció el triple
de lo que el guía le pidió. Con las primeras luces
del alba, los dos hombres salieron de la ciudad.
El mercader iba montado en el burro y el guía
caminaba a su lado. La vegetación quedó pronto atrás,
y los viajeros se adentraron en el desierto. Al mediodía
el sol lucía con tanta intensidad y el calor era tan
agobiante que los dos hombres estaban sofocados.
-Descansemos un rato-propuso el mercader. Tengo la garganta seca
y el sol me abrasa la piel.
Cómo no había ningún árbol en aquel paraje, el mercader
se echó a descansar a la sombra del burro.
-Salga de ahí-le dijo entonces el guía.
- ¡Qué ocurre?-preguntó muy extrañado el mercader.
-Que ese es mi lugar de descanso. Usted no tiene derecho a
aprovecharse de la sombra del burro.
El mercader se indignó.
- ¡Es Usted un estafador!-dijo-. Le he alquilado el burro
para todo el día, así que puedo tenderme a la sombra
siempre que me apetezca.
. ¡De eso nada! ¡Usted me ha pagado por el burro, pero
no por la sombra!
Los dos hombres se enzarzaron en una acalorada discusión
y se olvidaron por completo de sujetar el burro. Asustado
por los gritos, el animal puso pies en polvorosa y
desapareció en el horizonte, dejando a los dos hombres
sin sombra en que cobijarse y sin bestia de carga en que montar.
.............................. .............................. ...
Moraleja: Si discutes por memeces, perderás lo que más quieres.
Fábula de Esopo.
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Un mercader alquiló un burro para cruzar el desierto
y le preguntó al dueño del animal:
¿Cuánto me cobras por hacerme de guía?
Necesitaba tanto su ayuda que le ofreció el triple
de lo que el guía le pidió. Con las primeras luces
del alba, los dos hombres salieron de la ciudad.
El mercader iba montado en el burro y el guía
caminaba a su lado. La vegetación quedó pronto atrás,
y los viajeros se adentraron en el desierto. Al mediodía
el sol lucía con tanta intensidad y el calor era tan
agobiante que los dos hombres estaban sofocados.
-Descansemos un rato-propuso el mercader. Tengo la garganta seca
y el sol me abrasa la piel.
Cómo no había ningún árbol en aquel paraje, el mercader
se echó a descansar a la sombra del burro.
-Salga de ahí-le dijo entonces el guía.
- ¡Qué ocurre?-preguntó muy extrañado el mercader.
-Que ese es mi lugar de descanso. Usted no tiene derecho a
aprovecharse de la sombra del burro.
El mercader se indignó.
- ¡Es Usted un estafador!-dijo-. Le he alquilado el burro
para todo el día, así que puedo tenderme a la sombra
siempre que me apetezca.
. ¡De eso nada! ¡Usted me ha pagado por el burro, pero
no por la sombra!
Los dos hombres se enzarzaron en una acalorada discusión
y se olvidaron por completo de sujetar el burro. Asustado
por los gritos, el animal puso pies en polvorosa y
desapareció en el horizonte, dejando a los dos hombres
sin sombra en que cobijarse y sin bestia de carga en que montar.
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Moraleja: Si discutes por memeces, perderás lo que más quieres.
Fábula de Esopo.
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